4 Muéstrame la senda correcta, oh Señor;
señálame el camino que debo seguir. (Salmo 25 :4)
Muchas veces pido a Dios en oración que guíe mi vida por el camino correcto, pero cuando se presentan obstáculos y situaciones difíciles vuelvo a preguntar a Dios si es ese el camino que debo seguir.
Dios me contestó con este devocional que comparto con ustedes:
Un
amigo me contó sobre un lago en el que se decía que merodeaba una gran trucha
degollada, y me dibujó un mapa para indicarme cómo llegar. Varias semanas
después, llené el tanque de mi camioneta y partí, siguiendo las indicaciones.
¡Su mapa me llevó al peor camino por el que he conducido
en toda mi vida! Una máquina lo había abierto a través de un bosque, estaba
lleno de troncos y nunca lo habían allanado. Leños caídos, surcos profundos
hechos por la lluvia y piedras grandes me sacudían el cuerpo y torcían el
chasis de mi camioneta. Me llevó media mañana ir hasta allí, y, cuando
finalmente llegué, me pregunté: ¿Por qué un amigo me mandó por un camino como
este?
Sin embargo, ¡el lago era espectacular; y los peces,
grandes y agresivos! Sí, mi amigo me había enviado por el camino correcto… uno
que yo mismo habría elegido y enfrentado pacientemente si hubiera conocido el
final.
Hay un dicho auténtico: «Todas las sendas del Señor son
misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios» (Salmo
25:10). Algunos senderos en que Dios nos coloca son escarpados y difíciles;
otros, tediosos y aburridos; pero a ninguno le falta su amor y fidelidad. Al
final del camino, podremos decir: «El camino del Señor es lo mejor para mí».
Señor, confío en que diriges mi camino.
Tal
vez encontremos obstáculos en el camino, pero Dios nos guiará.
fuente:nuestropandiario.com
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