9 Pero ustedes no son así
porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa,
posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios,
pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.
(1a. de Pedro .2:9)
En su autobiografía, Corrie ten Boom
describió el horror que ella y su hermana Betsie atravesaron en un campo de
concentración nazi a principios de la década de 1940. Una vez, las obligaron a
quitarse la ropa durante una inspección. Corrie se sentía ultrajada y
abandonada. De pronto, recordó que Jesús fue colgado desnudo en la cruz. Con
asombro y reverencia, le susurró a su hermana: «Betsie, a Jesús también le
quitaron la ropa». Betsie, sacudida ante esa verdad, exclamó: «Ay, Corrie… y yo
nunca se lo agradecí».
Es fácil vivir sin ser agradecidos en un
mundo repleto de problemas, luchas y aflicciones, y podemos encontrar muchas
razones para quejarnos todos los días. Sin embargo, el Salmo 100 exhorta al
pueblo de Dios a estar feliz, gozoso y agradecido porque «Él nos hizo, y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado» (v. 3). Al
considerar quiénes somos, debemos responder con gratitud, ya que, aun en el
peor de los momentos, podemos recordar el amor de Cristo y su sacrificio por
nosotros.
Que la brutalidad de este mundo no te
robe la gratitud del corazón. Recuerda que eres hijo de Dios, y que Él te ha
mostrado su bondad y misericordia a través de la obra de Cristo en la cruz.
Señor, gracias por tu sacrificio en la cruz por mí.
Fuente:nuestropandiario.com
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