El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y
conoce a los que en él confían (Nahum 1:7).
Isla de la Caridad es una de las tantas
situadas en la Bahía de Saginaw, en el Lago Hurón, en Estados Unidos.
Desde hace varios años, se encuentra allí un faro para ayudar a los navegantes
y un puerto seguro para los que recorren esas aguas. Le pusieron ese
nombre porque los marineros creían que estaba allí «por la caridad de Dios».
A veces, la vida nos hace atravesar
mares de circunstancias difíciles. Al igual que aquellos marineros, necesitamos
guía y un lugar seguro; tal vez queramos tener nuestra propia Isla de la
Caridad. El salmista entendía que Dios es el único que puede calmar las aguas
turbulentas y guiarnos a puertos seguros.
Por eso, escribió: «[El Señor] cambia la
tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se
apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban (Salmo 107:29-30).
Aunque nadie desea atravesar tormentas
en su vida, estas pueden ayudarnos a valorar más la guía y la protección que
Dios ofrece mediante la luz del Espíritu y de su Palabra. Lo que
más anhelamos es el puerto seguro de su amor. Solo Él puede ser nuestra
suprema «Isla de la Caridad».
Padre, ayúdame a buscar tu luz para que me guíe a través de
las tormentas de la vida.
Fuente:avanzapormas.com
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