El fuego de la prueba no arderá en ti y aunque el río de la tribulación sea tempestuoso, no te ahogarás en el.
2 Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho 3 porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. 4 Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada. (Santiago 1:2-4) NTV
El Señor tiene un propósito con aquello que hoy no comprendes. Tendrás que atravesar la prueba de tu fe, pero saldrás ileso, victorioso y triunfante.
En Isaías 43:2 dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni las llamas arderán en ti”.
Tal vez hoy estés pasando por una situación en la que parece que el agua te llega hasta el cuello, quizás el fuego de la prueba es tan intenso que sientes que no saldrás bien de ésta, pero lo cierto es que Dios está en control aún de esa encrucijada que parece no tener sentido para ti. La biblia también nos dice en hechos 14:22 que es necesario que pasemos por muchas dificultades antes de entrar en el reino de Dios.
Estas dificultades nos dan una fe cada vez más estable y genuina. La dificultad nos lleva a tomarnos de Dios, a buscarlo, a estar dependiente de Él, parece ser como que siempre hay algo que nos lleva a depender de Dios para poder vencer. Tenemos que aceptar el hecho de que tenemos que descansar en que el Señor tiene el control y no nosotros.
La prueba produce humildad, fe, perseverancia, paciencia, dominio propio y nos perfecciona en el amor. Pero demos gloria a Dios que nos promete: que aunque tengamos que cruzar una prueba, como si fuera un río tempestuoso, no nos ahogaremos; y si la prueba sería semejante a un horno ardiente, las llamas no llegaran a arder en nosotros.
Hagamos esta oración:
“Dios Padre gracias porque la llama de la prueba no arderá en mi, y las aguas no podrán ahogarme. Tú estás conmigo como poderoso gigante. Te doy gloria y alabanza en este momento, descanso en fe sabiendo que todo tiene un propósito y pronto vere tu mano de amor que me pondrá en un lugar de privilegio. Lo confieso en el nombre de Jesús, Amén.
Fuente: avanzapormas.com
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