23 No respondía cuando lo insultaban
ni amenazaba con vengarse cuando sufría.
Dejaba su causa en manos de Dios,
quien siempre juzga con justicia.
(1a. de Pedro 2:23)NTV
Hacía casi media hora que conducía, cuando, de pronto, mi
hija empezó a llorar desde el asiento trasero. Cuando le pregunté qué le
pasaba, dijo que su hermano le había pellizcado el brazo. Entonces, él se
defendió reclamando que lo había hecho porque ella lo había pinchado. Ella, a
continuación, explicó que lo había pinchado porque él le había dicho algo
hiriente.
Lamentablemente, este comportamiento,
habitual entre los niños, también puede aparecer en los adultos. Una persona
ofende a otra, y el ofendido reacciona con una explosión verbal. El ofensor, a
su vez, contraataca con otro insulto. Poco después, la relación queda dañada
por el enojo y las palabras crueles.
La Biblia enseña que «hay gente cuyas
palabras son
puñaladas», pero que «la
blanda respuesta quita la ira» (Proverbios 12:18 RVC; 15:1). Además, en ciertas
ocasiones, la mejor manera de actuar ante comentarios feos o crueles es
callarse.
Antes de la crucifixión de Jesús, las
autoridades religiosas intentaron provocarlo con sus palabras (Mateo 27:41-43).
Sin embargo, Él «cuando le maldecían, no respondía con maldición sino
encomendaba la causa al que juzga justamente (1 Pedro 2:23).
El ejemplo de Jesús nos enseña cómo
responder a quienes nos ofenden, y el Espíritu nos ayuda a hacerlo.
Señor, ayúdame a controlar mis palabras.
Fuente:nuestropandiario.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario