3 Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él.
(1a. de Juan 3:1)NTV
Desde hace ya algunos años, estoy orando por la persona que será mi esposo anque aún no sepa quien es, y al mismo tiempo oro para que Dios me transforme en una esposa ideal para el. En mi oración he pedido que mi esposo me ame, como Abraham amó a Sara, pero sobre todo como Cristo ama a la iglesia.
No obstante, hay Alguien mucho mayor que cualquier ser amado terrenal; Alguien cuyo amor es también mejor que el vino y que satisface toda necesidad.
Su «fragancia» es mejor que cualquier perfume porque, cuando se entregó por nosotros, su sacrificio se convirtió en un olor fragante para Dios (Efesios 5:2). Y su nombre es sobre todo nombre.
Amar a Cristo es un privilegio. ¡Es la mejor experiencia de
la vida! ¿Tomamos tiempo para decírselo? ¿Expresamos con palabras la belleza de
nuestro Salvador? Si mostramos su belleza con nuestra vida, los demás dirán:
«¡Con razón lo amas!»
Señor, eres hermoso. ¡Con razón te amamos! Ayúdanos hoy a
ver otros aspectos de tu belleza y a profundizar nuestro amor a ti.
La Palabra de Dios nos habla de su amor; nuestras palabras
le dicen que lo amamos.
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